No estoy loca. Estoy harta. | Opiniones Incómodas
¿Te escandaliza que grite? A mí me escandaliza que no la escucharon cuando dijo NO. Este texto no busca morbo: visibiliza la violencia íntima y digital detrás de un video viral. El estallido no es show; es trauma. La víctima perfecta no existe. Esto es sobre dignidad humana, consentimiento y aprender a escuchar — también por quienes callan.
OPINIONES INCÓMODAS


No estoy loca. Estoy harta.
Por Karaya Boricua 🖤
TW: mención de violencia sexual y exposición en redes.
Esta es mi opinión sobre el video viral donde la intimidad de una pareja terminó en redes y se encendió un revolú legal en Puerto Rico. No voy al morbo. Voy a lo que está mal.
Preámbulo
En días recientes, un video en vivo transmitido por redes sociales mostró a una pareja de Puerto Rico en un momento de tensión extrema. La transmisión comenzó justo después de un encuentro íntimo, sin que una de las partes estuviera de acuerdo en ser grabada. Durante el Live, se escucharon comentarios del chat que provocaron incomodidad, y en medio de la discusión, una de las personas acusó a la otra de no detenerse durante el acto sexual pese a que se le pidió. La confrontación escaló a un intercambio de golpes, todo ante la audiencia conectada. La transmisión no se cortó, y en cambio se escucharon burlas y descalificaciones. El incidente encendió un debate público sobre consentimiento, exposición sin permiso y el uso de las redes para ventilar conflictos.
Exposición sin consentimiento
Él prendió un Live justo después de tener relaciones. Controló la cámara y dijo: “no salgas”. Ella pidió no estar en cámara. Aun así, siguió. En el chat alguien escribió “te escuchas masculino” y él lo leyó en voz alta. Ella se molestó y reaccionó. Más tarde él diría “no fui yo”, y ella respondió: “pues dime quién fue”. Ahí ya había dos cosas claras: exposición sin consentimiento y humillación pública.
El centro del caso: consentimiento retirado
Luego vino lo más serio. Ella le reclamó: “te dije que pararas, me dolía y no paraste”. Eso es el centro del caso. El consentimiento se puede retirar en cualquier momento, aunque ya haya empezado el acto, aunque sea tu pareja. Si alguien dice “para” o “me duele”, se para. Ignorarlo no es un malentendido: es cruzar un límite.
Negar, atacar e invertir los papeles
Él no cortó el Live. Se rió, leyó comentarios, la llamó “loca” y “borracha”, intentó seguir como si nada. Eso tiene nombre: negar, atacar, invertir los papeles. El espectáculo por encima del límite. La audiencia como escudo. La cámara, usada como arma.
A muchos les escandaló la explosión de ella. A mí me escandaliza que nadie la escuchó cuando dijo NO. La llamada “víctima perfecta” no existe. La realidad es que, cuando te exponen y te niegan al mismo tiempo, la vergüenza se convierte en rabia. Y la rabia no borra el dolor; lo muestra.
Cuando el trauma se reactiva
Ella también habló de algo que casi nadie quiere escuchar: “me hiciste revivir el 2020”. No hablaba de una pelea cualquiera. Hablaba de trauma. Dijo que horas antes se lo había confesado a él. Por eso su reacción no fue un “show”; fue la explosión de alguien que se sintió traicionada.
Patrones que no podemos normalizar
En medio del caos, aparecieron otras señales que no puedo normalizar: presión por sexo sin condón, episodios previos de agresión y daños, justificaciones tipo “eso es normal” o “entré suavecito”, y la culpa volteada hacia ella por “salir” en cámara, cuando quien encendió y mantuvo la transmisión fue él. Incluso dejó escapar un “me quedé ahí, mala mía”. Ese “mala mía” dice mucho más de lo que quisiera.
La desesperación de tener que exponerse
También hubo algo durísimo: ella terminó diciendo su nombre y trabajo frente a la cámara para que le creyeran. Eso es exponerse con datos personales, y es un riesgo real. Nadie debería tener que arriesgar su identidad para que crean su dolor. Pero cuando el público se usa como juez, a veces las víctimas se ven empujadas a medidas desesperadas para recuperar el relato.
Consentimiento: la línea que no se cruza
No usaré frases explícitas ni nombres aquí. No pondré imágenes del video. No me interesa el clic fácil. Me interesa que entendamos lo básico: la cámara no da permiso, el chat no es jurado, y la línea entre “contenido” y “humillación” la marca el consentimiento. Si alguien te dice “para”, se para. Si alguien te pide “no me grabes”, no se graba. Si alguien te dice “me siento violada”, no se le manda a callar: se corta el Live y se asume responsabilidad.
La “víctima perfecta” no existe
La opinión pública no está preparada para ver a una víctima estallar. Preferimos etiquetar de “loca”, “cafre” o “papelón” antes que aceptar que hubo un NO ignorado. Es más cómodo pensar que todo fue un “hoax” de película que mirar de frente lo que duele. Pero no es cine: es vida real, con consecuencias reales.
Dignidad humana, no guerra de géneros
Esto no se trata de poner mujeres contra hombres. Se trata de dignidad humana. También hay hombres que han vivido cosas que no quisieron, que no supieron cómo detener, y lo cargan como cicatrices invisibles. A ellos también les hablo.
Decirlo claro, aunque incomode
Sé que me van a caer chinches por decirlo así de claro. No me preocupa. No escribo para convencer a todo el mundo. Escribo para que dejemos de normalizar lo que está mal: decir NO tarde sigue siendo NO; leer insultos del chat no te hace neutral; mantener el Live ante una acusación grave no es un descuido, es una elección.
No estoy loca. Estoy harta.
Si a ti también te pasó algo que no pediste, no estás sola. Tampoco estás solo. Y no, tu dolor no es un papelón: es una verdad que merece ser escuchada.